Internacional - Política

Las pugnas por la sucesión de Daniel Ortega en Nicaragua

2024-05-21

La mansión del polémico exgeneral, de 77 años, ubicada al sureste de Managua,...

Por Gabriela Selser | DW

El inédito asedio policial al general retirado Humberto Ortega, el hermano incómodo del presidente de Nicaragua, confirma las luchas de poder al interior del régimen sandinista, dicen analistas.

El exjefe del Ejército de Nicaragua, Humberto Ortega, fue citado el lunes a una entrevista con el comisionado Horacio Rocha, ministro asesor de Seguridad de su hermano Daniel Ortega, de la cual no trascendieron detalles. La noche antes, agentes policiales llegaron a su casa y se llevaron sus teléfonos celulares y computadoras, según lo comunicó él mismo al diario La Prensa a través de terceros.

La mansión del polémico exgeneral, de 77 años, ubicada al sureste de Managua, permanece rodeada por efectivos policiales desde el domingo, de acuerdo con el mismo diario.

La sorpresiva visita policial a Humberto Ortega ocurrió pocas horas después de publicarse una explosiva entrevista a un medio argentino, en  la que el excomandante sandinista dijo que su hermano no tiene sucesores, por lo que su muerte creará "un vacío de poder” que obligará al Ejército a intervenir y a convocar a un proceso de transición con elecciones libres.

"Sin Daniel veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni (el dictador Anastasio) Somoza pudo establecer a su hijo”, aseguró.

Agregó que "lo único que puede resolver ese vacío, y que no haya una anarquía y un caos en el país es el Ejército” coordinado con la Policía Nacional, "y buscar una salida en el corto plazo, quizás un año o menos, para convocar a un proceso electoral, ya sea el programado para el 2026”.

Durante la entrevista, Ortega no mencionó ni una vez a su cuñada, Rosario Murillo, la poderosa vicepresidenta, con quien tendría rencillas de vieja data. Según analistas, Murillo maneja el poder representando al sector más duro de sus seguidores.

¿Ortega, rehén de Murillo?

En Nicaragua, se dice que Daniel Ortega y su mujer se pelean el control del partido Frente Sandinista, de las fuerzas armadas y del país entero, lo que se reflejaría en sorpresivos despidos de funcionarios del Estado.  A esa lucha se atribuyó hace meses la purga masiva de empleados y directivos del Poder Judicial (algunos de ellos fueron encarcelados)  y su inmediato reemplazo por personas que la propia Murillo habría escogido.

"Esta represión contra Humberto está agitando la situación política y social, y crea condiciones para que se incremente la crisis interna del orteguismo”, dice a DW el sociólogo Oscar-René Vargas, para quien las palabras del exgeneral son un desafío al sector de poder "duro y radical” que controla Murillo.

Por su parte "Rosario, al tocar al hermano, está cruzando una línea roja que hasta ahora había sido intocable”, opina Vargas, quien formó parte del gobierno sandinista de los años 80 y, por sus críticas, fue enviado a prisión y desterrado a Estados Unidos junto a otros 221 opositores en febrero de 2023.

Vargas, que en sus escritos sostiene que el Gobierno de Ortega podría caer por "una implosión” en el aparato de poder sandinista, cree que lo dicho por el exjefe del Ejército "generará nuevas disputas y desconfianza al interior del orteguismo, porque se confirma que el proceso de sucesión está en marcha”.

Medios oficialistas están proyectando la imagen de varios hijos de la pareja presidencial en actividades de gobierno y visitas oficiales al exterior. El que más destaca es Laureano Ortega Murillo, quien maneja el comercio, las inversiones y las relaciones con China. Sin embargo, hay quienes aseguran que Rosario Murillo no piensa cederle el puesto.

"Rosario Murillo quiere ser la próxima presidenta y no dejará que nadie se interponga en su camino. Por eso, la visita de la Policía a Humberto Ortega demuestra que el general cayó en desgracia. Daniel Ortega ya lo entregó”, comenta a DW un político opositor exiliado, que habló bajo condición de anonimato por temor a represalias contra su familia en Nicaragua.

El Gobierno ha extendido sus medidas represivas contra hijos, padres o hermanos de disidentes exiliados que formulan declaraciones críticas. Muchos de ellos han sido detenidos, expulsados del país y confiscados, "como parte del estado de terror instaurado desde 2018 en Nicaragua”, destaca.

Quién es Humberto Ortega

El general retirado Humberto Ortega ha sido una figura muy polémica en Nicaragua. Fue uno de los nueve comandantes del Frente Sandinista que dirigieron con mano dura la revolución (1979-1990) y, durante 10 años, dirigió el poderoso Ejército sandinista. Dejó el cargo en 1995, ya bajo el Gobierno democrático de Violeta Chamorro, que ordenó transformar la institución castrense en un cuerpo "profesional, apolítico y no deliberante”.

Sin embargo, esos rasgos comenzaron a difuminarse tras el retorno de Daniel Ortega al poder en 2007, y  desaparecieron totalmente a partir de la rebelión social de  2018, cuando miembros policiales y paramilitares actuando bajo su mando fueron acusados de asesinar a manifestantes civiles. La ONU involucró a la Policía y el Ejército en crímenes de lesa humanidad, mientras sus jefes juraban su "lealtad absoluta” a Ortega en ceremonias partidarias.

Humberto Ortega criticó la represión de 2018 y ha instado a su hermano a dialogar para crear "un proyecto de nación” donde quepan todos los nicaragüenses sin distingo político o ideológico. Esa posición hizo que Daniel Ortega lo llamara  "traidor” y  "vendepatria", aunque sectores de la oposición desconfían de las intenciones del exgeneral por su pasado en el directorio sandinista.

Humberto Ortega también dijo en la entrevista que hay personas que quieren asesinarlo por sus críticas al Gobierno de su hermano.

"A mí no me protege ser hermano (…) Han habido algunos que han llegado a pensar en eliminarme”, dijo. Sin embargo, aclaró que no piensa exiliarse y que prefiere "morir” antes "de darles el chance de que me humillen”.

Humberto Ortega es un paciente cardíaco desde hace mucho tiempo. En el año 2000 fue sometido a una cirugía a corazón abierto en Costa Rica y, tras la crisis política de 2018, ha sufrido "eventos graves”, según ha dicho.

Para la excomandante Dora María Téllez, historiadora y disidente sandinista, la citatoria policial a Humberto Ortega fue efectivamente "una humillación”, que además lo convierte en "un perseguido político” del Gobierno de su hermano, a quien ve "cada día más incapacitado para gobernar”. Esta sucesión ocurrirá "a muy corto plazo”, consideró Téllez en declaraciones al canal 100%Noticias.

País por cárcel

De acuerdo con el diario La Prensa, al visitar a Humberto Ortega, el comisionado Vladimir Cerna le informó que no estaba detenido ni tenía arresto domiciliario, pero deberá "comunicar a la Policía cualquier movimiento que vaya a realizar”.

Esto podría colocar al famoso personaje en una situación similar a la que viven gran cantidad de nicaragüenses que son obligados a reportarse periódicamente ante la Policía, sin posibilidad de movilizarse a otra ciudad ni tampoco abandonar el país.

Según el observatorio ciudadano "Urnas Abiertas”, una red de monitoreo civil que trabaja clandestinamente en Nicaragua, el Gobierno está aplicando una forma nueva de represión sobre los opositores, sin recurrir a arrestos ni a juicios: miembros de la Policía y de la inteligencia militar visitan a las personas en sus casas y les informa que están bajo vigilancia.

"Es una modalidad represiva silenciosa que comenzó hace un año, con la detención de casi un centenar de personas en redadas en varios puntos del país”,  explica a DW Ivania Álvarez, coordinadora de redes de "Urnas Abiertas”. Si bien esas redadas no se han repetido, "muchas otras personas” han sido visitadas y advertidas desde entonces.

"Hay gente que se reporta en la Policía una vez por semana, otros cada tres días y otros van diario. Nadie puede salir de Nicaragua, tienen el país por cárcel”, señaló la activista, tras indicar que "hay un subregistro” en la cifra de víctimas de este mecanismo represivo. "Sabemos que hay muchos más, pero nos piden no revelar sus casos por miedo”.



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