Internacional - Economía

Las sanciones a Rusia dividen a la UE

2014-08-28

Orban sostiene que Bruselas se ha "disparado en el pie" con las sanciones. El...

JERÓNIMO ANDREU, El País

Mientras la canciller alemana, Angela Merkel, ha declarado este jueves que la UE debatirá el sábado si amplía las sanciones a Moscú por su oscuro papel en la guerra de Ucrania, el  veto que Rusia ya ha impuesto a productos europeos comienza a resquebrajar la unanimidad de la UE en torno a este sistema de represalias. Viktor Orban, el primer ministro de Hungría, lidera el frente crítico, y esta semana anunció que buscaba países que le ayuden a evitar que "la UE se aleje cada día más de Rusia".

Orban sostiene que Bruselas se ha "disparado en el pie" con las sanciones. El pragmático primer ministro eslovaco, Robert Fico, también definió las sanciones como un gesto "inútil" con consecuencias terribles para las cuentas de su país. "¿Por qué poner en peligro la economía de la UE cuando empieza a crecer de nuevo?", se preguntó mientras pedía estudiar otros métodos para reconducir la crisis. Voces de preocupación similares comienzan a oírse también en República Checa, que pide comedimiento.

La UE siempre se ha mostrado dividida respecto a las sanciones. Mientras Francia, Polonia, Reino Unido o los países bálticos las apoyan desde el principio, Grecia, Austria o Bulgaria siempre han sido reluctantes. El bloqueo del Kremlin pesa sobre todos los alimentos perecederos de la UE, EE UU, Canadá, Australia y Noruega. La Comisión calcula que en 2013 vendió a Rusia 5.252 millones de euros de estos productos. Según Bruselas, España sería el sexto país más afectado (337 millones), por detrás de Lituania (927), Polonia (841), Alemania (595), Países Bajos (528) y Dinamarca (377).

En un contexto en el que incluso el crecimiento alemán se frena, la crisis de las aduanas rusas preocupa mucho a los Veintiocho, sobre todo a las economías más frágiles. Excluyendo a la UE, Rusia es el mayor cliente de Grecia; por eso, en el país heleno el descontento con la medida tiene gran eco. Esta semana la propia Iglesia ortodoxa griega mandó una carta al patriarca de Moscú pidiéndole que intercediera con el Kremlin para frenar la guerra comercial.

Peter Krekó, director del Political Capital Institute, centro de estudios políticos radicado en Budapest, considera que posiciones como las de Hungría no se explican sólo por el dinero: "Las declaraciones de Orban están dentro de su reciente línea de acercamiento a Vladímir Putin. Por supuesto que el veto comercial es un problema, pero el argumento económico no es el decisivo: es una cuestión política. Francia, Italia o Alemania sufren más pérdidas por las sanciones rusas que Hungría". Analistas citados por el Wall Street Journal cuantifican en el 0,1 % la caída del PIB que puede suponer para Hungría el bloqueo.

Algunos de los países partidarios de la severidad con Rusia son precisamente los más afectados por la guerra comercial. Es el caso de Polonia, que como primera exportadora mundial de manzanas, vendía el 50% de sus frutos a Moscú. Aun así, defiende continuar con las sanciones. Es la línea que defiende Linas Linkevicius, el ministro de Exteriores de Lituania (otro de los grandes afectados económicos): "Mejor dispararse en los pies a dejar que te disparen en la cabeza".



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