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¿Llegó el momento de poner precio a las emisiones de carbono?

2014-12-22

Ya en septiembre, 74 países y más de 1.000 empresas e inversores respaldaron en Nueva...

Por Pat Reber

WASHINGTON (dpa) - El momento de poner precio al carbono para ayudar a luchar contra el calentamiento global ha tomado un sorprendente impulso gracias a las negociaciones del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP20), que arrancaron el lunes en Lima.

"Creo que están avanzando a una velocidad que muchos de nosotros no esperábamos", dijo Dirk Forrister, presidente de la Asociación Internacional para el Comercio de Emisiones (IETA, por sus siglas en inglés). Según los defensores de poner precio al carbono, la medida obligaría a las empresas a reducir su uso de combustibles fósiles que emiten este tipo de gases, aumentando la eficiencia y fomentando las energías alternativas.

Ya en septiembre, 74 países y más de 1.000 empresas e inversores respaldaron en Nueva York una iniciativa global para poner precio a las emisiones de combustibles fósiles culpables del calentamiento de la Tierra. "La ciencia es clara", dijo Rachel Kyte, representante ambiental del Banco Mundial. "La rentabilidad es convincente. Estamos viendo un cambio hacia una arquitectura económica que será necesaria para evitar un mundo dos grados más cálido", dijo entonces en un comunicado.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) prevé aumentos del nivel del mar, tendencias climáticas cada vez más desastrosas y pérdida de vidas humanas para fin de siglo a menos que se pueda contener el aumento global de la temperatura en dos grados centígrados por encima de los tiempos preindustriales. Pero con el ritmo actual, el calentamiento de la Tierra va camino de aumentar entre tres y cuatro grados, afirman algunos expertos.

Además de poner precio a las emisiones, en la cumbre de Lima se discuten temas como la reforestación, que ayudaría a absorber parte del dióxido de carbono (CO2), y el apoyo financiero para ayudar a los países más afectados a adaptarse al cambio climático.

Para marzo de 2015, cada uno de los más de 190 países participantes entregará sus objetivos de reducción de emisiones a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). Y en diciembre de 2015 se espera poder firmar en París de un nuevo acuerdo que sustituya al moribundo Protocolo de Kioto.

Unos 40 países y más de 20 ciudades, estados y provincias ya disponen de una política de precios para las emisiones de carbono, o planean poner en marcha una. China tiene siete proyectos piloto y para 2016 prevé implantar un sistema nacional de comercio del carbono que, como mayor emisor de C02 del mundo, "cambiará totalmente el juego", dijo Jeff Swartz, de la IETA.

Por otro lado, Quebec y California han formado un mercado del carbono, México grava con impuestos las emisiones y permite a los inversores comercializar créditos de carbono en sus mercado de valores, mientras que la Unión Europea posee en mayor y más antiguo mercado de comercialización de carbono del mundo. Hay empresas que llevan años peleando por poner precio a las emisiones, y muchas han comenzado por medir las suyas propias.

"No se puede gestionar lo que no se mide", dijo Anthony Early, director de la Pacific Gas And Electric. La novedad en la iniciativa actual que gobiernos, empresarios e inversores están colaborando más. La iniciativa conjunta de septiembre la lanzaron el Banco Mundial, el Grupo de Líderes Corporativos Príncipe de Gales, la ONU y el Grupo de Inversores Institucionales Internacionales.

Con todo, hay muchos obstáculos en el camino. En Estados Unidos, el segundo emisor mundial de carbono, los republicanos amenazan con revertir las iniciativas ambientales del presidente Barack Obama una vez se hagan con el control de las dos cámaras del Congreso, en enero.

No obstante, cuando los demócratas de Obama dominaban ambas cámaras -2009-2010- el Senado ya bloqueó una ley de la Cámara de Representantes que asignaba permisos de emisiones a las empresas y organizaciones del gobierno, permitiéndoles comercializarlas. Los permisos se habrían ido reduciendo año tras año hasta alcanzar una rebaja del 80 por ciento de emisiones para 2050.

Los detractores de poner precio al carbono argumentan que costaría puestos de trabajo e iría en detrimento del crecimiento económico. Ni Estados Unidos ni Canadá ratificaron la iniciativa global en septiembre, aunque sí lo hicieron siete estados estadounidenses y tres provincias canadienses.

Por su parte, empresas como Nokia, la noruega Statoil ASA y la Royal Dutch Shell quieren que se ponga precio al carbono lo antes posible, para poder estar preparados. Y en el mismo sentido se manifestó Willie Walsh, líder del grupo International Airlines que opera British Airways: en su opinión, las aerolíneas deberían tener un mercado con precios fijos para el carbono en 2020.

Ahora, expertos y empresas abogan por una aproximación abierta que permita que los mercados de carbono emergentes puedan conectarse. Para Robert Stavins, de la Universidad de Harvard, estas conexiones deberían expandirse además a todos los sistemas -reducción y comercialización, fiscalización y otras políticas- para cuando las negociaciones terminen en diciembre de 2015 en París.



EEM

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