Reportajes

El año 2014: el cambio de rey y de Podemos

2014-12-19

Dos semanas después, el 19 de junio, Felipe VI era proclamado y prometía

 Sara Barderas (dpa)

Madrid. (dpa) - España escribió en 2014 un capítulo de su Historia con la abdicación del rey Juan Carlos en su hijo Felipe. Pero el relevo real no fue el único hecho por el que el año será recordado. La irrupción de Podemos dinamitó el tablero político vigente desde la Transición, un estallido que se traducirá en el fin del bipartidismo español en los comicios generales de 2015.

"Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando". Con esas palabras, Juan Carlos I explicó a los españoles el 2 de junio su decisión de abdicar a los 76 años y tras 39 de reinado.

Dos semanas después, el 19 de junio, Felipe VI era proclamado y prometía "una monarquía renovada para un tiempo nuevo" en una ceremonia austera y sobria en el Congreso de los Diputados.

Atrás quedaban tres años de grave crisis de la institución, agitada sobre todo por el caso de corrupción que protagoniza Iñaki Urdangarin, el marido de la infanta Cristina, y el cual acabó salpicando con una imputación a la propia hermana del actual monarca.

La salud de Juan Carlos, sometido a sucesivas operaciones, y episodios poco ejemplares como la lujosa cacería en Botsuana en la que se rompió la cadera también contribuyeron al hundimiento de la buena imagen que el monarca se había labrado en la Transición.

El cambio en el trono supuso de alguna forma el episodio final de aquella. Tres meses antes de la abdicación, el 23 de marzo, moría con los recuerdos arrebatados por el Alzheimer el ex presidente del gobierno Adolfo Suárez, el hombre que junto a Juan Carlos pilotó el salto de España de la dictadura a la democracia.

Y entre medias de los dos acontecimientos, en mayo, comenzaron a temblar los cimientos del sistema de partidos vigente desde entonces con la irrupción de Podemos en las elecciones europeas, en las que el nuevo partido logró de la nada 1,2 millones de votos y cinco representantes en la Eurocámara.

Algunos pensaron que pronto se desinflaría el efecto del partido heredero de los indignados, que catalizaba el malestar y el hartazgo ciudadano por la gestión de la crisis económica y por los casos de corrupción destapados en los últimos años en el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy y en el Partido Socialista (PSOE), el principal de la oposición.

Pero lejos de ello, subió como la espuma la formación del profesor universitario de Ciencia Política Pablo Iglesias, que en apenas unos meses y con 36 años se convirtió no solo en uno de los políticos más conocidos de España, sino también en uno de los más valorados en las encuestas. En noviembre, menos de un año después de su nacimiento, Podemos se situó como primera fuerza en intención directa de voto en las encuestas.

El ascenso del nuevo partido fue paralelo a la caída de los dos grandes que se han alternado en el poder desde el final de la Transición y se enmarca en una crisis de confianza de los ciudadanos hacia las instituciones.

Al PP de Rajoy le han hundido sobre todo los sonados casos de corrupción en su seno, entre ellos el de su presunta contabilidad paralela, que sigue en instrucción.

Al PSOE, su incapacidad para renovarse y fijar un nuevo rumbo tras la factura que en 2011 pagó en las urnas por la última etapa de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pedro Sánchez relevó en julio como secretario general al veterano Alfredo Pérez Rubalcaba, pero termina de hecho 2014 con su liderazgo cuestionado y con la incertidumbre de si será, como desea, candidato a La Moncloa.

La incertidumbre electoral marcará los meses que quedan hasta los comicios generales de noviembre de 2015, aunque las elecciones municipales y autonómicas de mayo darán ya pistas de por dónde pueden ir los tiros. Lo que está claro es que Podemos pondrá fin al bipartidismo: las encuestas descartan una mayoría absoluta en las elecciones generales y muestran que toda opción de gobierno tendrá que pasar por un pacto, del PP con el PSOE o de este con Podemos.

El otro gran acontecimiento que marcó España en 2014 fue el proceso independentista que impulsa en Cataluña el jefe de su gobierno regional, Artur Mas.

No se llegó a celebrar el referéndum que el gobierno de Rajoy rechazó desde un inicio, pero el 9 de noviembre Mas sacó las urnas a la calle en una votación no oficial con la que desafió al Estado español, ya que había sido vetada por el Tribunal Constitucional. En ella participó un tercio de los catalanes llamados a hacerlo.

Mas apunta ahora a declarar la independencia en 2016. El escenario probable en 2015 es el de unas elecciones anticipadas con carácter plebiscitario, en las que los votos a los partidos independentistas se contabilicen como "síes" a la independencia. Un desafío para Rajoy, que mantiene su negativa a negociar una consulta.



LAL

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