Reportajes

EU en la encrucijada: ¿dónde llevar a los niños migrantes?

2014-07-25

El lugar recuerda a una perrera, pero hay baños móviles, mantas para dormir y...

Por Johannes Schmitt-Tegge (dpa)

McAllen (EU), (dpa) - De repente todo está vallado: casi de la noche a la mañana, los trabajadores han convertido los almacenes vacíos de la localidad texana de McAllen en un campo de refugiados para niños llegados de América Central, y han rodeado la superficie de 5.000 metros cuadrados de tela metálica.

El lugar recuerda a una perrera, pero hay baños móviles, mantas para dormir y televisiones que deben emitir dibujos animados. Pronto en torno a un millar de niños serán alojados en el lugar.

Con el nuevo "centro de procesamiento", la autoridad fronteriza CBP busca gestionar la avalancha de niños inmigrantes y refugiados que entraron en los últimos meses a Estados Unidos y que ha sobrepasado todas sus capacidades.

Más de 57.000 niños no acompañados alcanzaron la frontera desde octubre de 2013, y hasta finales de septiembre podrían sumar unos 90.000. Y hace tiempo que el gobierno central estadounidense y los estados afectados y sus ciudadanos se enfrentan por la cuestión de dónde alojar a las hordas de niños.

El gobierno estadounidense busca albergues de emergencia hasta en la lejana Nueva Inglaterra, pidiendo ayuda urgente. La autoridad de protección de catástrofes FEMA se dirige desesperada a asociaciones de todo el país en busca de lugares para alojar a los pequeños, informa el diario "New Republic".
  
Se buscan oficinas, dormitorios, salas de actos, grandes mercados, centros comerciales e incluso hangares de aviones, mientras estén vacíos y puedan ser alquilados para ello, dice el FEMA en un escrito.

La crisis humanitaria, que dura ya meses, se ha convertido para los gobernantes demócratas en un ejercicio sobre la cuerda floja: por un lado quieren ayudar a su compañero de partido y presidente Barack Obama a afrontar la situación; pero por otro lado se enfrentan con los electores que temen que tantos niños acaben lastrando el sistema social estadounidense, ya en problemas.

Bill Richardson, el ex gobernador de Nuevo México, lo calificó ya como una "No-Win-Situation", algo así como una situacion sin salida o un dilema sin solución.

El gobernador del estado de Massachusetts, Deval Patrick, contiene las lágrimas al comparar la disputa por la acogida de los niños con un debate similar sobre las víctimas del Holocausto. En 1939 un barco lleno de niños judíos intentó sin éxito entrar en Estados Unidos. "Estados Unidos los rechazó y muchos de ellos acabaron muriendo en campos de concentración nazi."

Cuando el gobernador de Connecticut, Dan Malloy, rechazó la semana pasada una petición para acoger a 2.000 niños, una comisión de latinos y puertorriqueños le rogó que reconsiderara su decisión. Muchos miembros de la comisión rompieron en lágrimas, informó el diario "The Washington Post".

Obama pidió 3.700 millones de dólares al Congreso, la mitad para habilitar alojamientos y para el cuidado de los niños. Hoy hablará con los presidentes de Guatemala,  Honduras y El Salvador - Otto Pérez Molina, Juan Orlando Hernández y Sánchez Cerén, respectivamente- sobre la posibilidad de extraditar a los pequeños.

Sólo en la frontera con México Estados Unidos gestiona en torno a un centenar de albergues permanentes, pero cada día los policías fronterizos recogen sólo en el valle del Rio Grande en Texas a cientos de niños que han arriesgado sus vidas para cruzar México huyendo de la violencia, el crimen y las malas perspectivas económicas en sus países de origen.

Phillip Burch, alcalde de la pequeña ciudad de Artesia en Nueva México, teme una explosión demográfica. "Nuestra comunidad no puede acoger de la noche a la mañana a 2.000-3.000 nuevos habitantes", señala.

Seis gobernadores republicanos enviaron recientemente una carta a Obama para exigirle que deporte a los niños. "Estamos preocupados de que utilicen las escuelas públicas, prestaciones sociales y sistemas sanitarios financiados en gran parte por los estados", escribieron.

El gobernador de Colorado John Hickenlooper dejó claro lo que muchos políticos evitan decir públicamente: "Si bien tenemos que enfrentar los aspectos humanitarios de esta cuestión, debemos hacerlo con la mayor efectividad de costes posible".



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