Valores Morales

Mirar un crucifijo

2014-07-24

Personalmente a mí no me ofende, ningún símbolo religioso de otra...

 Autor: Juan del Carmelo

De varias formas…,  se puede mirar un crucifijo. Hay crucifijos que son verdaderas obras de arte y de gran valor por los materiales que se han empleado en confeccionarlo, existe pues una mirada de valoración artística de un objeto. Existe una mirada de indiferencia, ya que al que mira no le dice nada el crucifijo. Hay otra mirada de curiosidad, también miradas de agrado, por lo bien que encaja el crucifijo en el conjunto de la decoración que se está contemplando. Y otras que tristemente miradas de odio y repulsión, son miradas  fruto de la las actuaciones demoniacas sobre las personas, que desean suprimir los crucifijos de las escuelas, de los tribunales…, de todas partes alegado que les ofende a su laicidad.

Personalmente a mí no me ofende, ningún símbolo religioso de otra religión, como puede ser la estrella de David o la medialuna musulmana, al raves me hace pensar en el caso  de la estrella de David, que este fue un símbolo para el Señor, para la Virgen y para todos los santos y profetas al A.T. naturalmente posteriores al rey David. En cuanto a la media luna, cada vez que veo en la coronación de una mezquita, me sonrío pensando que muchos musulmanes colocan en lo alto de sus mezquitas tres grandes bolas cuyo sentido ignoran y es que representa, una a Alá, otra más pequeña a Mahoma y una tercera más pequeña  aún, a Jesucristo, y al final coronándolo todo la media luna. Para el que se extrañe de esto, le diré que ellos reconocen a Jesucristo, no como Dios sino solo como un gran profeta, que no murió crucificado porque ellos rechazan esa ignominia y dicen que otra persona fue crucificada sustituyéndole a Él que escapó.

Desde luego que el crucifijo es un símbolo; representa el triunfo de Señor, sobre el demonio, nuestra redención, y el establecimiento de su Iglesia con aquellas palabras, que dijo el Señor, en Cesárea de Filipo: "16 Tomando la palabra, Simón Pedro dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. 17 Y Jesús respondiendo dijo: Bienaventurado tu Simón Bar Jona, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos. 18 Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare yo mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos". (Mt 16,16-19).

Nuestra mirada a un crucifijo no puede ser más que una mirada de amor y agradecimiento al Señor por lo que hizo para salvarnos de las cadenas de satanás. El crucifijo es el todo para el que ama al Señor, San Pablo escribía a los corintios, diciéndoles: "18 El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. 19 Porque está escrito: "Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes". 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el hombre culto? ¿Dónde el razonador sutil de este mundo? ¿Acaso Dios no ha demostrado que la sabiduría del mundo es una necedad? 21 En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación. 22 Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, 23 nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, 24 pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. 25 Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres. 26 Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. 27 Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; 28 lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. 29 Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. 30 Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, 31 a fin de que, como está escrito: "El que se gloría, que se gloríe en el Señor". (1Cor 1,18-31).

San Alfonso María Ligorio, recoge una frase de Tiépolo que dice: "Quien no se enamora de Dios contemplando a Jesús crucificado, no se enamorara jamás". Y bien cierta, que es esta afirmación. Nada hay más efectivo para aumentar nuestro amor al Señor, que tener un crucifijo al lado de nuestra mesa de trabajo y mirarlo con amor la mayor cantidad de veces posibles. Y cuanto más cerca de nuestros ojos se encuentre mucho mejor. Cuanto más miremos la cruz y al Señor en ella, más nos estrecharemos con en Él y desearemos compartir sus sufrimientos, porque no olvidemos nunca que no hay ni existe una camino hacia el Señor , más que abrazando su cruz.

Carlo Carreto escribía: "Si el alma no se libra a través de la cruz no podrá ser liberada. Es la tremenda operación quirúrgica que el Padre mismo realiza en las carnes del Hijo con tal de salvarlo, Y es dogma de fe, que sin cruz "non fit remissio". Es un misterio pero es así. El dolor purifica el amor: lo hace verdaderamente auténtico, puro; y además, elimina lo que no es amor". Y en cuanto a ti, se puede leer en el Kempis, "Cuando llegues al punto en que la aflicción te es dulce y te complaces en saborearla por Cristo, bien puedes entonces considerarte dichoso, porque has hallado en verdad el paraíso en la tierra". Que nadie pretenda santificarse sin amar la cruz, el que trate de buscar a Dios sin sufrimientos, pierde el tiempo, nunca llegará a encontrarlo.

Al Señor muy fácilmente podemos encontrarlo mirando su cruz con amor y el deseo de compartir con Él su dolor. Jean Lafrance recoge una manifestación de San Juan Damasceno que nos dice: "Existe una experiencia privilegiada de la oración en la que a fuerza de mirar el rostro de Cristo con los ojos del cuerpo, en una imagen o en el crucifijo, se termina viéndole con los ojos del corazón: "Por medio de mis ojos carnales que miran el icono, mi vista espiritual se sumerge en el misterio de la encarnación". En este mismo sentido es San Agustín el que nos dice: "Todo empeño durante esta vida debe de dirigirse a mantener sanos los ojos del espíritu para poder ver a Dios".

Es una gran bendición de Dios el aceptar y saber llevar cada uno su cruz, un signo de predestinación, pues nos conforma con Cristo profundísimamente, como se lee en la epístola a los romanos. "Si pues somos hijos de Dios, también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con Él, para ser con Él glorificados" (Rm 8,17)…. En la Cruz se encuentra la perfección de la virtud, el culmen de la santidad. De aquí que la cruz nos sea más necesaria de lo que ordinariamente pensamos. De ahí que San Pablo diga; "Todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones" (2Tm 3,12). Y San Agustín: "Si, pues no sufrieres ninguna persecución por Jesucristo, ve si, tal vez, no has comenzado aún a vivir piadosamente en Cristo. Cuando empieces a vivir piadosamente en Cristo, entonces comenzará el prensarte. Prepárate para ser estrujado; pero no te seques, no sea que nada salga de la prensa".

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.



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