Reportajes

Un país entero en silencio: Holanda honra a las víctimas del MH17

2014-07-23

Y fuera del foco de las cámaras de televisión de todo el mundo estaban también...

Por Annette Birschel (dpa)

Eindhoven (Holanda), 23 jul (dpa) – Seis amargos días duró la espera. A las 15:46 horas aterrizó el avión de carga "Hércules" en suelo holandés. Poco después tocaba tierra en el aeropuerto de Eindhoven un avión australiano. Con estos aparatos regresaban hoy a casa las primeras víctimas del vuelo MH17 de Malaysia Airwais. Un solo de trompeta les brinda un último saludo. Y luego impera el silencio. Todo un país calla, durante un minuto.

Sobre la pista sólo se escucha el golpeteo de las cuerdas contra los mástiles de las banderas. Junto al enorme avión militar se encuentran los invitados: el rey de Holanda y su esposa, el primer ministro Mark Rutte, diputados y representantes de los otros países de los que procedían las 298 víctimas de la catástrofe.

Y fuera del foco de las cámaras de televisión de todo el mundo estaban también los cientos de familiares de las 193 víctimas holandesas, que vieron cómo iban saliendo de los aviones los 40 ataúdes. Para ellos tiene que haber sido un momento extremadamente duro. Todavía no saben si en esos sencillos féretros de madera se encuentran los restos mortales de ese marido, esposa o hijo que han perdido.

Para los familiares se ha llegado al final de los tortuosos días de tira y afloja político por sus seres queridos. La sencilla pero impresionante ceremonia en el aeropuerto está destinada sobre todo para las familias.

Y todo el país quiere mostrarles que no están solos, y que no les mueve sólo la compasión. La disputa internacional tras el presunto derribo del avión entre Occidente, Rusia, Ucrania y los separatistas prorrusos ha dejado claro a los holandeses que se han convertido en víctimas de una guerra. La triste jornada de hoy con el regreso a casa de las víctimas ha sido un día de duelo nacional.

Cuando aterrizaron los aviones, repicaron las campanas de las iglesias. La vida se paralizó entre Groninga y Maastricht. Los trenes y los autobuses se detuvieron, la radio y la televisión guardaron silencio. En los supermercados las cajeras dejaron de cobrar. Los ciudadanos en la calles dejaron de caminar y sobre Holanda no volaba en ese momento ningún avión.

El jueves pasado partió el vuelo MH17 de Malaysia Airlines procedente de Ámsterdam y con destino Kuala Lumpur. A bordo viajaban 15 miembros de la tripulación y 283 pasajeros, la mayoría de ellos se iban de vacaciones. Pocas horas después el avión se estrellaba en el este de Ucrania. Al parecer fue alcanzado por un misil.

Tras la impresión de la noticia llegó la consternación. Durante varios días los rebeldes prorrusos en el este de Ucrania negaron el acceso a la zona de la tragedia a los expertos y rescatistas internacionales. Los cadáveres estuvieron expuestos al sol.

La desesperación impotente de muchos familiares se resumió en el llamamiento de una madre de Rotterdam, que suplicó en las cámaras de televisión al presidente de Rusia, Vladimir Putin: "Señor Putin, traiga a mis hijos a casa". Familiares y amigos vieron en televisión cómo rebeldes fuertemente armados escudriñaban entre las maletas y pertenencias de sus seres queridos.

El ministro holandés de Asuntos Exteriores, Frans Timmermans, dijo lo que muchos sentían: En el juego de echarse mutuamente la culpa, las víctimas se habían convertido en el balón, y el sufrimiento de los familiares pasó a ser secundario.

"Imagínense que a usted le comunican que su marido ha sido asesinado y luego dos o tres días después ve imágenes de algún ladrón que está robando la alianza de su marido", dijo Timmermans el lunes a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York. "Nunca entenderé por qué se ha tardado tanto en permitir a los rescatistas hacer su difícil trabajo ni cómo se ha podido abusar en un juego político de los cadáveres de las personas".

La llegada de las víctimas a Holanda es sólo la primera etapa de un largo camino que queda por recorrer. Prosiguen la búsqueda de las causas y luego los holandeses quieren que los responsables vayan ante la justicia.

Pero antes habrá que identificar a las víctimas. "Eso puede ser rápido, pero también puede durar semanas, tal vez incluso meses", dijo el primer ministro Rutte. Tan sólo entonces podrán enterrar las familias a sus muertos. Y hacer un duelo en privado, lejos de las cámaras y de la política mundial.



EEM

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