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El símbolo más emblemático del franquismo que deseó emular Pinochet

2009-03-25

El Valle de los Caídos está formado por un abadía benedictina y una...

María Luisa González

Madrid, (EFE).- El próximo 1 de abril se cumplen 50 años de la inauguración del Valle de los Caídos, el más emblemático monumento de la dictadura de Franco, que despertó la admiración y el deseo de emularlo en Chile a Augusto Pinochet.

El Valle de los Caídos está formado por un abadía benedictina y una basílica excavada en la roca donde está la tumba de Franco y las sepulturas de los "caídos" de ambos bandos de la guerra, presidido por la cruz más alta del mundo, de 150 metros.

La fascinación de Pinochet por el enorme mausoleo, construido a 57 kilómetros de Madrid en los años posteriores a la Guerra Civil española para honrar a los caídos del bando vencedor, esta recogida en el libro "El Valle de los Caídos. Una memoria de España" (Editorial Península), escrito por el periodista español Fernando Olmeda y que acaba de ser publicado.

El libro es la primera historia monográfica completa sobre el principal símbolo del franquismo ya que abarca todos los años transcurridos desde el comienzo de su construcción, en 1940, hasta la actualidad, con la aprobación de la Ley de la Memoria histórica, de 2007, que condena la dictadura y su simbología.

Dicha Ley establece el uso religioso del Valle de los Caídos y prohíbe las manifestaciones políticas en el mismo, donde reposan los restos mortales de 33.846 combatientes de ambos bandos enfrentados en la Guerra Civil (1936-1939), junto a los de Franco y José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española.

Bajo el epígrafe "Ideal para dictadores: Pinochet quiere "su" Valle", Olmeda rememora la fuerte impresión que el monumento causó a Augusto Pinochet, quien lo visitó en noviembre de 1975 con ocasión del entierro de Francisco Franco.

Recurre para ello a los recuerdos del político español Lorenzo Olarte, que entonces era presidente del Cabildo de Gran Canaria, procurador en Cortes y Gobernador Civil en funciones de la Isla.

Conoció y escuchó directamente de labios de Pinochet sus elogios y el deseo de construir algo similar en Chile durante la escala que el dictador chileno realizó en el aeropuerto de Gran Canaria de regreso a su país, tras el entierro.

Olarte destacó que le sorprendió sobre todo "su adoración hacia Franco", señala el libro, que recuerda que el general golpista se define como admirador suyo "hasta la eternidad" y confiesa que regresa a su país impresionado por el Valle de los Caídos.

"Le impresionó tanto el monumento en sí como la obra de Franco, culminada con las solemnes exequias y con la decisión de ser enterrado allí. Me dijo que envidiaba el entierro, y me sorprendió que fuese eso lo que más envidiase de Franco", recuerda Olarte, citado en el libro.

También recuerda que Pinochet añadió que "le gustaría construir en Chile un Valle de los Caídos que le recordara para la posteridad. Sin decirlo expresamente, se intuía que quería que fuese construido por presos políticos".

En la construcción del faraónico monumento participaron, en los casi diez años que duró su edificación, miles de presos republicanos que redimieron parte de su condena con esos trabajos.

Se atribuye directamente a Franco la idea de su construcción "para honrar la memoria de los caídos del bando vencedor", aunque luego cambió el discurso y decidió que se enterrará allí también a fallecidos del bando republicano y convertirlo en un monumento a todos los "caídos" en la contienda civil.

Para recibir sepultura allí, entre los requisitos era obligado ser español y católico (estar bautizado), pero, según recoge el libro de Olmeda, hay al menos dos extranjeros en el Valle de los Caídos, el legionario holandés Lamberto Dellemijn Chenalaar, fallecido en el frente de Aragón el 26 de octubre de 1936, y el chileno Juan Francisco Jiménez, ejecutado en el castillo de Montjuic el 25 de junio de 1938.

Jiménez fue condenado a muerte por el Juzgado Número I del Tribunal de Espionaje y Alta Traición.

El libro recoge que el padre de este chileno, que residía en Santiago de Chile, solicitó el traslado del cadáver en una carta dirigida al Ministro Secretario General del Movimiento en la que afirmaba que su hijo era "Palma Roja y falangista de primera línea y hora".



EEM

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