Internacional - Seguridad y Justicia

Seis decapitaciones en Kenia desatan una gran operación policial contra secta

2007-05-23

La policía informó hoy de la detención de siete personas en conexión...

Isabel Coello

Nairobi, (EFE).- Casi 300 personas han sido arrestadas en Kenia en una gran operación policial contra un grupo ilegalizado que se sospecha está detrás de la decapitación de seis personas en los últimos días, unos crímenes que han conmovido al país.

La policía informó hoy de la detención de siete personas en conexión con las decapitaciones y de otras 275 personas sospechosas de pertenecer a "Mungiki", un grupo declarado ilegal por el Gobierno en 2002 pero que ha continuado activo desde entonces.

Los crímenes tuvieron lugar en los distritos de Muranga y Kiambu, a unos cincuenta kilómetros a Nairobi.

En el poblado de Kianjougu, un hombre que salió al baño en la madrugada del lunes fué el primero en toparse con el espeluznante hallazgo.

"Con mi linterna vi una cabeza humana depositada en el tejado de mi corral", dijo Robert Mwangi al diario "Daily Nation".

Mwangi alertó a la Policía, que descubrió el resto del cuerpo en la puerta de la oficina del jefe local, mientras horas después otra cabeza fué hallada empalada en un poste de teléfono y otros dos cuerpos en los márgenes de la carretera.

Las víctimas eran trabajadores informales y pequeños agricultores sin aparentes vínculos con la asociación ilegal.

"Es la guerra y vamos a pelear", dijo el ministro de Seguridad Nacional, John Michuki.

"Estamos hablando de delincuentes muy peligrosos, pero la secta Mungiki será desmantelada", añadió.

Pero operaciones similares anteriores no han logrado acabar con las actividades del grupo, que muchos creen que es secretamente apoyado por poderosos políticos y temen sea utilizado para perturbar las elecciones presidenciales previstas para el próximo diciembre.

La semana pasada, las fuerzas de seguridad fueron puestas en alerta después de que se constatara la distribución de panfletos atribuidos a "Mungiki" en los que se llamaba a la juventud a unirse al grupo y prepararse para una revuelta contra el Gobierno.

El término "Mungiki", que significa "multitud" en el idioma de los kikuyu -la tribu más numerosa del país-, designa a un grupo nacido a finales de los años ochenta entre los "desheredados" y las víctimas de la operación de limpieza de adversarios llevada a cabo por el entonces presidente, Daniel Arap Moi, que supuso para muchos la pérdida de sus tierras.

Los jóvenes kikuyu sin empleo que hoy componen fundamentalmente la banda se declaran herederos de los mau-mau, la guerrilla que luchó contra el Gobierno colonial británico, y suelen llevar el pelo a lo "rasta".

Y aunque el número de miembros de la secta es desconocido -ésta reivindica más de cuatro millones de integrantes pero no hay modo de contrastar dicha cifra-, sus actividades y su mensaje político "contra las clases corruptas dirigentes" han dejado claro con los años que no es una simple banda de delincuentes.

Sus rituales de juramento para sellar la fidelidad de sus miembros -ceremoniales nocturnos que incluyen el sacrificio de una cabra y la mezcla de su sangre con un brebaje de raíces silvestres que es bebido por todos- y el secretismo que la rodea la han hecho ganarse el calificativo de secta.

"Mungiki" alcanzó notoriedad por la matanza en 2002 de veinte personas en una barriada de chabolas y la distribución de panfletos en los que se amenazaba con someter a las mujeres a la mutilación genital femenina, una práctica prohibida en Kenia y que la tribu kikuyu, que solía practicarla hace décadas, dejó de hacer influenciada por las misiones cristianas.

La secta obtiene la mayor parte de sus fondos del control y extorsión del sector del transporte en minibuses, pero las autoridades creen que podría estar ampliando sus actividades criminales para incluir secuestros y el chantaje a otro tipo de negocios, como bares y tiendas.



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